UNA BOTELLA EN EL MAR DE GAZA

 



Querido Naim,

Te escribo desde un lugar muy lejano al tuyo, aquí sí hay calma y tranquilidad, tanta que parece que hemos olvidado cómo se siente la guerra. Aquí parece que no hay tierras divididas por la violencia, de momento. Cuando escucho las noticias, me doy cuenta de que la distancia no es solo física, sino también moral, cultural y emocional. Quizás tú has olvidado lo que se siente con esa calma, y lo lamento tanto... Supongo que os habéis acostumbrado a vivir con el dolor, el conflicto, el miedo, la frustración... Ojalá pudiera hacer algo para cambiar las cosas y para que tú puedas vivir esa paz que siento yo aquí.

Te escribo a ti, pero no solo por ti, sino por todas las personas que, como tú o como tu madre se encuentran atrapadas en un ciclo vicioso que parece no terminar nunca. El mar de Gaza no es solo un mar de agua, es un mar de silencios, de palabras ahogadas, de gritos que no llegan a ningún lado y que parece no llegarnos tampoco a nosotros.

Te escribo a ti porque quiero saber, conocer, ¿puedo hacer algo por ayudaros? Por muy pequeño que sea. No sé si puedo imaginarme lo que sentís pero cuéntame más. Te escribo a ti como podría escribir a cualquier persona a través de una botella, pero te escribo a ti porque aquí, en el lugar donde hay tanta clama quiero concienciar de que allí, en tu país, no la hay. Y no quiero hacerlo como conciencian en las noticias, no. Quiero concienciar con el fin de hacer algo por ayudaros, ya que todo esto me conmueve mucho y siento que si estuviera en tu lugar, aunque sea algo tan mínimo como una carta en una botella me ayudaría y me haría ver que quizás sí hay personas que se preocupan por el mundo y por toda su gente más allá de las fronteras o de las "razas". Por eso, te escribo a ti.

Quiero que sepas, aunque mi mensaje llegue de una forma tan frágil como la botella que te lo trae, que pienso en ti, en vosotros, en toda la gente que, como tú, sobreviven en medio del sufrimiento sin saber qué más hacer, sin saber a quién más dirigirse. Pienso en vuestro dolor y me causa tanta impotencia y frustración... Nadie se lo merece. Quizás no puedo llegar a hacerme una idea de lo que estás pasando pero te aseguro que si encuentro alguna forma útil de ayudaros la llevaré a cabo. Por eso hago esto, lanzar una botella al mar, intentar que una palabra cruza lo incomprensible. Pero ¿puede una palabra salvar algo?

Tal vez mi mensaje no cambie nada, tal vez el mar se lo trague, como se ha tragado tantas esperanzas. Pero en este instante, quiero que sepas que hay quienes, como yo, que desde el otro lado del mundo, se niegan a olvidar, se niegan a mirar sin cuestionar, se niegan a aceptar que todo esto esté sucediendo. Porque aunque parezca que el silencio pesa más que las palabras, siempre hay un eco, una voz. Siempre nacen preguntas de las que no sabemos las respuestas, ¿por qué? ¿Es más importante la victoria que la vida de miles de adultos, niños, abuelos y adolescentes? ¿Es más importante la guerra que la humanidad? No podemos mirar hacia otro lado porque esto no nos afecte, porque sí lo hace, también es nuestra guerra, somos una sola raza que está decidiendo acabar con ella misma y tenemos que hacer algo.

Y de nuevo, ¿por qué? ¿Por qué seguimos ignorando el sufrimiento, Naim? ¿Por qué el mundo prefiere olvidar el dolor ajeno aunque también nos pertenece a los demás? ¿En que momento hemos decidido que tu guerra no es también nuestra guerra?

El mar es grande, pero la esperanza puede ser más grande si la compartimos. Mi mensaje no cambiará el mundo, pero quizás, solo quizás, pueda ser el eco de algo más grande que nosotros, un recordatorio de que no estamos y de que no estáis solos.

Con todo mi pensamiento,
Alguien que no sabe cómo ayudarte, pero que sigue preguntando.

Pd: Si esta botella llega a tus manos, mándame un mensaje al siguiente correo: alcorcas08@gmail.com.

Comentarios

  1. Hola Alicia,
    Tu cara es un claro ejemplo de lo que debería de hacer toda la sociedad, no quedarse en silencio, intentando comprender la situación para poder buscar una solución, o simplemente hacer que tus iguales sientas que no están solos, que hay gente que les escucha y se preocupa por todos ellos, impidiendo que pierdan la esperanza.
    La pregunta “¿puede una palabra salvar algo?” me pareció de vital importancia comentarla, porque refleja perfectamente la impotencia ante situaciones tan injustas, y aun así, la necesidad de no rendirse. Y como tu dices siempre hay un eco, una voz.
    Tu carta nos recuerda que las noticias, no solo son un medio de entretenimiento, sino un anuncio a la necesidad de acción.

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