"EL SILENCIO TAMBIÉN DUELE"


 Esta semana vi algo que me dolió más de lo que esperaba. No me pasó a mí, pero sentí como si sí. Fue una escena que me describió alguien muy cercano, una escena que se le quedó a ella grabada en los ojos, como se te queda grabado algo que no entiendes del todo pero sabes que no está bien.

Una niña de su clase —callada, tranquila, de esas que no destacan ni molestan— fue el blanco de burlas, risas, insultos… y esta vez también de objetos que le lanzaron a la cabeza y la espalda. ¿El motivo? Ninguno. O tal vez solo ser diferente, hablar poco, no tener muchos amigos. ¿Es eso motivo para que te traten así? ¿Para merecer la crueldad?

La niña rompió a llorar, y a raíz de eso, se rieron de ella. Se burlaron de su llanto. Como si el dolor fuera un espectáculo.

 Quien me lo contó se la encontró más tarde en el baño, sola, llorando en silencio. Y aunque es pequeña, y no tiene las herramientas de los adultos, hizo lo que pudo. Le preguntó qué había pasado, la escuchó, le ofreció consuelo. Un gesto pequeño, sí. Pero profundamente valiente.

Y yo me pregunto:
¿Dónde estaban los profesores?
¿Dónde están los adultos cuando más se les necesita?
¿Por qué una niña pequeña de apenas 13 años tiene que ser el único gesto de empatía en una historia así?

Esto no ha pasado solo una vez. Lleva ocurriendo semanas. A esta niña, y también a otras. Siempre las mismas. Siempre el mismo grupo. Y, sin embargo, nunca pasa nada. Nadie interviene. Nadie llama a los padres. Nadie dice "hasta aquí". El silencio se convierte en costumbre. En excusa. En complicidad. ¿Hasta cuándo vamos a normalizar esto? ¿Hasta cuándo va a ser "solo cosa de niños"?

Estamos hartos de ver noticias en la televisión de suicidios, de acoso, de odio, nos llama mucho la atención ¿verdad? Pero cuando pasa en la clase de al lado no le damos importancia. Cuando son nuestros alumnos no nos importa. Cuando no es gente de nuestro grupo “qué más da” Y mientras que hay niños que siguen sufriendo, nadie hace nada. Mientras que hay gente que disfruta haciendo daño a los demás, nadie hace nada.

A los profesores os digo que cada gesto cuenta. Cada silencio, también. Y las amenazas no sirven de nada si luego nunca actúas. Llama a sus padres, diles lo que ha pasado. Que todos lo sepan y que a todos se les caiga la cara de vergüenza.

A los padres os pregunto, ¿Qué clase de educación les habéis dado a esos (con perdón) niñatos que no tienen respeto ni empatía? 

No debemos esperar a que sea grave o ya muy tarde. ¡No digan que no lo sabían! Porque se han quejado de lo sucedido varias veces y aunque se les hincha la boca de palabras, NUNCA HACEN NADA.

Y por último a todos os advierto, estamos a tiempo. Pero hay que querer mirar. Hay que tener el valor de actuar. Lo que hizo la niña que me lo contó ya es algo. Alguien que no tiene ni la mitad que el poder de los adultos y ya hizo algo. No nos cuesta nada dejar de mirar y empezar a actuar

Porque el silencio… también duele.
Y hay niños y niñas que lo están cargando solos.

Comentarios

  1. Me ha dado mucha rabia leer esto.
    Porque lo más duro de todo esto no es solo el bullying en sí, que ya es horrible, sino el silencio. El silencio de los profes, el de los adultos, incluso a veces el de los compañeros que no se atreven a decir nada. Ese silencio hace más daño que las palabras. Porque cuando nadie dice nada, parece que todo está bien. Y no lo está.

    No entiendo cómo algo tan grave puede pasar durante semanas y que nadie con poder para frenarlo haga nada. ¿De qué sirve dar charlas sobre el respeto si luego cuando alguien sufre de verdad, todos se hacen los locos?

    Admiro muchísimo a la niña que se acercó, porque aunque no tenía por qué hacerlo, lo hizo. Y eso demuestra que sí se puede hacer algo, aunque sea pequeño. Pero no debería recaer todo en ella. Hay que dejar de mirar para otro lado. Porque sí, el silencio también duele, y mucho.

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