¿EUROVISIÓN?
Eurovisión nunca ha sido para mí algo súper importante o algo que definiera que país es el mejor. De hecho, creo que nunca he llegado a verlo entero. Quizás sí lo veo como un momento del año para disfrutar de la música, para descubrir propuestas originales de distintos países, para emocionarnos con puestas en escena increíbles, para reírnos de lo kitsch o para celebrar la diversidad. Se supone que es un festival que une culturas a través del arte. Pero este año, Eurovisión 2025 me ha dejado sin palabras.
No solo porque España, como tantas veces, volvió a quedar entre los últimos puestos (algo que duele pero ya casi ni sorprende), sino por lo que ocurrió con Israel. Un país envuelto en un conflicto devastador con Palestina, con bombardeos sucediendo EL MISMO DÍA del festival, estuvo a punto de ganar.
La representante israelí llegó a la final con una actuación técnicamente buena, pero nada fuera de lo común. El jurado profesional le dio una puntuación muy baja, dejándola en los últimos puestos. Sin embargo, en un giro que parecía más un guion preestablecido que un resultado natural, el televoto del público la empujó directamente al segundo lugar. Y ahí es cuando muchas alarmas se encendieron.
Me parece una falta de respeto. Me parece injusto. Me parece una forma sutil pero muy peligrosa de blanquear un régimen, de limpiar la imagen de un país que está siendo acusado de crímenes gravísimos. ¿Y qué mejor manera de hacerlo que con una sonrisa en un escenario internacional, mientras millones de personas votan sin cuestionar nada?
El problema no es la cantante. No es su voz. No es su canción. Es el uso político de un evento cultural que debería estar al servicio de la paz y la creatividad, no de la propaganda. Es la hipocresía de seguir vendiendo un espectáculo como “neutro” cuando hace años dejó de serlo.
Incluso las imágenes que vemos en televisión están cuidadosamente elegidas, retocadas, editadas. No vemos lo que realmente está pasando. Vemos lo que quieren que veamos, pusieron a miles de personas aplaudiendo y gritando la actuación de Israel, cuando en verdad lo que hubo fueron abucheos y hasta gente detenida por gritar defendiendo a Palestina; pero claro, eso no lo van a sacar en la televisión.
Y es que mientras todo esto pasa, los medios de comunicación, los organizadores del festival y una gran parte del público miran para otro lado.
Eurovisión está pasando a la historia no por sus canciones, ni por sus voces, ni por una puesta en escena sorprendente. Está pasando a la historia porque siempre se ha basado en la política. Por lo que siempre ha sido injusto y en el fondo, manipulado por intereses políticos. 2025 ha sido el año en el que se ha intentado lavar la cara de un conflicto real con luces de colores.
Y lo más triste es que muchos lo aplaudieron.
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