HASTA ARRIBA
Esta última semana me ha dejado una herida que, aunque invisible, me duele bastante y siento que me está pasando factura. Me pasé horas y horas preparándome para un examen importante, desvelándome, sacrificando momentos de descanso, pausando cosas que disfruto, dejando de lado incluso a personas que quiero, trabajando diariamente, preguntando y estudiando con mucho tiempo de antelación. Todo con la esperanza de que ese esfuerzo valiera la pena, de que al final sentiría que había aprendido, que había crecido, que al menos el sistema educativo me estaba enseñando algo útil.
Pero no.
El examen fue brutal. No solo para mí, sino para todos mis compañeros. Las preguntas eran retorcidas, excesivamente complicadas, muchas cosas que ni siquiera habíamos trabajado en clase. No era un examen para evaluar lo aprendido, era un examen para ponernos a prueba, para pillarnos, para hacernos tropezar. Y lo peor: cuando buscamos apoyo, cuando intentamos entender por qué, el profesor no hizo ningún esfuerzo por explicarnos, por aclararnos dudas, por ayudarnos a levantarnos del golpe.
Entonces me pregunto: ¿esto es enseñar? ¿Es esto lo que significa educar?
Vivimos con una presión constante. La ansiedad se ha convertido en un compañero silencioso que camina a nuestro lado cada día. Nos dicen que debemos esforzarnos, que debemos ser resilientes, que debemos perseguir la excelencia. Pero, ¿qué pasa cuando el propio sistema parece diseñado para hacerte fallar? ¿Qué pasa cuando el mensaje que recibimos es: no importa cuánto trabajes, nunca será suficiente?
El bachillerato, los exámenes, la carrera por las notas… a veces siento que no nos están preparando para la vida, sino para soportar cargas imposibles, para acostumbrarnos a la frustración, para asumir que nunca daremos la talla. No me malinterpretes: quiero aprender, quiero crecer, quiero ser desafiada. Pero no quiero ser aplastada. Quiero que me enseñen y hay profesores que nos exigen cosas que ni ellos saben de su materia.
No sé en qué momento la educación dejó de ser una herramienta para abrir mentes y empezó a ser una máquina de ansiedad y agotamiento. A veces me pregunto si los profesores, si el sistema en general, se dan cuenta del daño que están haciendo. Si saben que no estamos aprendiendo cuando nos hunden, que lo único que cultivamos es miedo, angustia, frustración.
Yo hoy solo vengo a decir que no puedo más, me levanto y me acuesto con un nudo en la garganta esperando que mis notas den la talla o que cuando llegue la PAU esté preparada y consiga una nota alta, te enseñan a copiar, a hacer sintaxis, a aprenderte los procesos geológicos de la Tierra o a hacer derivadas; pero no te enseñan a cómo hacer la declaración de la renta, no me han enseñado cómo tengo que gestionar este cúmulo de emociones que siento que me están quemando por dentro, no nos han enseñado a valorarnos cómo personas, a gestionar la ansiedad o la depresión que ellos mismos, que el propio sistema nos está creando. Puede que eso sea trabajo de psicólogos o quizás de la educación de nuestros padres, pero no creo que nos sirva de nada aprendernos 10 temas de matemáticas o 20 epígrafes de historia cuando la mitad no saben ni cómo usarlo para su día a día, ni de como crear su propio pensamiento crítico con ello.
Están creando máquinas, están creando monstruos incapaces de pensar por sí mismos
Hoy no tengo respuestas, solo preguntas. Y tal vez está bien. Tal vez necesitamos empezar por cuestionarnos, por levantar la voz, por dejar de normalizar esta presión que nos está destrozando por dentro. Porque lo que quiero, lo que queremos muchos, es algo simple pero poderoso: aprender, de verdad, y no solo parecer que estamos sobreviviendo o algo así.
Alicia, lo que has escrito me ha impactado muchísimo. Es increíble cómo has sabido expresar lo que muchos sentimos pero rara vez conseguimos poner en palabras. Tu reflexión es potente, honesta y necesaria, y creo que refleja a la perfección el cansancio y la frustración que llevamos arrastrando desde hace tiempo.
ResponderEliminarEs indignante ver cómo el sistema educativo parece estar diseñado más para aplastarnos que para impulsarnos a crecer. Nos exigen sacrificios desproporcionados, horas interminables de estudio y presión constante, y aun así parece que nunca es suficiente. Y lo peor es que cuando buscamos respuestas, nos encontramos con muros en lugar de apoyo.
No es justo que el esfuerzo no se valore, que se nos juzgue por unos números sin tener en cuenta el proceso, el aprendizaje real o el desgaste emocional. Nos quieren personas con pensamiento crítico, emociones y ganas de aprender de verdad. Y así no se construye un futuro mejor.
Gracias por levantar la voz y por atreverte a cuestionar lo que otros prefieren ignorar. Ojalá más gente se atreviera a hacerlo, porque necesitamos que se escuche lo que realmente estamos viviendo. No estamos pidiendo menos exigencia, sino un sistema que nos respete y nos permita aprender sin sentirnos constantemente al borde del colapso.
Gracias por poner en palabras lo que muchas veces me ahoga.
Alicia, recordé este documental de Informe semanal. Es corto, creo que te puede interesar.
ResponderEliminarhttps://www.rtve.es/play/videos/informe-semanal/informe-semanal-corea-del-sur-prohibido-fracasar/1487175/