Intento buscar el lado positivo y optimista en todo lo que me rodea, pero tengo que reconocer que este mayo no ha sido florido y hermoso.

La impotencia que siento en muchas situaciones que surgen a mi alrededor, nublan el lado bonito de los días.

Me levanto por la mañana y pienso: "Hoy puede ser un gran día", ¡cómo la canción de Serrat!. Pero es probable que no pase ni media mañana cuando todo se tuerza. Empiezas a escuchar noticias de televisión que remueven las tripas, cuando te enteras que las "amistades" se compran, cuando escuchas testimonios de niños que sufren acoso y quieren desaparecer y la muerte es el alivio, cuando a mis tan solo diecisiete años, vas descubriendo las vergüenzas de los inhumanos que gobiernan el mundo y de las hipocresías de las sociedades que nos rodean. Que volviendo a traer a Serrat: "la tierra cayó en manos de unos locos con carnet". Me entero y siento ganas de vomitar. Se me revuelve el cuerpo de la misma forma que me lo revuelven las noticias cuando veo a Israel hacer lo que está haciendo con Palestina; no perdón, vamos a poner nombre y apellidos a esta barbarie. Nombre de mujeres, niños, ancianos y entonces, vuelvo a sentir un sube y baja. Seguimos con noticias. Antes de levantar la mirada hacia la televisión, veo las caras desencajadas de mis padres y entonces miro la televisión y otra vez siento náuseas, porque otra vez niños y mujeres embarazadas y hombres, con nombres y apellidos y una vida detrás, a punto de poner el pie en tierra, de poner el pie en una posible vida mejor, se ahogan debajo de una mierda de cayuco que les ha conducido directamente a la muerte.

Intento sacar cosas positivas observando que por los menos los ciudadanos de la Isla de Hierro corrieron a ayudar como si de sus propios familiares se tratara. ¡Hay esperanza!

Que poco vale de vida de algunos....

No tengo más preguntas, Señoría. Me voy a vomitar.


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